Soy maestra jardinera y creo en el poder transformador de la educación
- publicado por Vanetty Molinero
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Desde niña amaba las historias y soñaba despierta. De joven, seguí siendo idealista y quería cambiar el mundo. Así que, al momento de decidir mi profesión, luego de un tiempo de búsqueda, elegí ser maestra jardinera porque la educación puede cumplir una función transformadora, no solo reproducir la realidad.
Al comunicar mi decisión, uno de los comentarios que más escuché fue, “¡pero si tú das para más!”, como si esa fuera la última opción cuando las otras se hubieran agotado. Para mí, era mi primera opción.
Afortunadamente, mi mamá me apoyó y me permitió estudiar en una buena universidad. Cuando llegaban las boletas, mis hermanos, preocupados por el gran esfuerzo que tenía que hacer mi mamá, me decían, “si vas a estudiar educación, ¿por qué tienes que ir a una universidad tan cara?” y bromeando también comentaban, “Tu sueldo no alcanzará para pagar una boleta”. No sé cómo hizo mi mamá, pero logró financiarme los estudios.
Durante mi vida universitaria, viajé con mi hermana Solinka conociendo distintos lugares del país. Me conmovieron las desigualdades e inequidades. Quise orientar mi trabajo a mejorar la educación que reciben los niños de ámbitos desfavorecidos económicamente. No sabía cómo. Pensaba que el camino era irme a trabajar a una escuela rural, como lo hizo un compañero, Lucho Lancho.
Cómo hago realidad mis sueños
Después de terminar la universidad, no me sentía preparada para trabajar en una escuela rural. Así que, como todas mis compañeras, repartí mi currículum. Fui llamada a muchas entrevistas, pero fui la única de mi grupo que no logró ser contratada. ¡Qué frustración! Me sentía preparada y con muchas habilidades, pero no conseguí un aula donde trabajar ese año como maestra.
Sin embargo, al mirar atrás, fue lo mejor que me pudo pasar. A diferencia de mis compañeras, tuve tiempo para explorar nuevos caminos y descubrir que el trabajo docente podía ir más allá de las aulas. Al año siguiente, logré trabajar como maestra de aula. Lo disfruté enormemente, encontrando “líneas de fuga”, como señala Foucault, para trabajar de la manera que creía correcta. Mis compañeras decían que me la llevaba fácil porque me la pasaba jugando y mis estudiantes “no trabajaban”.
Al año siguiente, se me presentó la oportunidad de trabajar en un proyecto a medio tiempo. Ese mismo año, había comenzado a estudiar el Diploma de Género. Con gran dolor, tuve que renunciar a mi puesto de maestra y aceptar el proyecto, ya que no me era posible hacer ambas cosas a la vez. Me dije, siempre puedo volver al trabajo de aula, pero esta oportunidad podría no repetirse.
No imaginaba los caminos que se abrirían. Más adelante, llegó la oportunidad de coordinar un proyecto del Ministerio de Educación en el trapecio andino: Ayacucho, Apurímac y Huancavelica. La vida me colocaba en el Perú profundo, en ámbitos donde se vivió intensamente la violencia política. No podía haber mejor lugar para orientar mi trabajo.
Aquí algunas fotos de los bellos momentos que me regaló el Proyecto de Atención Integral a Niños y Niñas de la Sierra Rural.
Las pausas son necesarias para nutrirse y no perder el foco
Luego de varios años trabajando intensamente en el Ministerio de Educación del Perú, sentí que necesitaba parar para nutrirme. Tomar un poco de distancia para no convertirme en una “burócrata”. Era el momento de estudiar una maestría, aprovechando la experiencia ganada. Quería hacerlo en el extranjero para tener otras experiencias formativas.
Exploré becas de maestría y encontré una en Brasil que me pareció fascinante porque unía la psicología con el trabajo social para generar transformaciones a nivel micropolítico. Recibí una beca del gobierno brasileño. ¡Qué regalo! Pude dedicarme dos años solo a estudiar, y lo hice en un lugar que me abrió nuevas perspectivas.
Se abren y cierran puertas que te permiten nuevos descubrimientos
Retorné de Brasil con el deseo de impulsar transformaciones sociales desde el ámbito micropolítico. Busqué espacios donde aplicar lo aprendido y se me abrieron las puertas de un proyecto que intervenía en los barracones del Callao. ¡Qué experiencia! Sin embargo, a los pocos meses dieron por concluido mi trabajo. El camino que proponía no terminó de convencerlos. En ese momento, me sentí muy afectada por lo ocurrido.
Eso me llevó a trabajar en otro ámbito, donde retomé el contacto con compañeros que estaban en la política pública.
Poco después, me propusieron hacerme cargo de la Dirección de Educación Inicial del Ministerio de Educación. Aunque buscaba lo micro, esta oportunidad me colocaba en lo macro. Tenía la chance de trabajar con un equipo de lujo comprometido con la educación y liderado por la Ministra Patricia Salas. Acepté el desafío y fue una experiencia increíblemente enriquecedora. Trabajé intensamente para impulsar algunos de los cambios que anhelaba.
Pusimos en agenda la problemática de los programas no escolarizados, creamos programas para comunidades rurales con poca densidad de niños, movilicé la campaña “Permiso para ser niño”, establecimos la norma que prohibía la evaluación de niños como requisito para ser matriculados en una institución educativa, y lideré la construcción de las rutas de aprendizaje, entre otras iniciativas.
Una segunda pausa
Estaba liderando la política educativa de educación inicial en el Perú, sin embargo, cuando llegó el deseo de ser madre y finalmente nació mi hija, tomé la decisión de renunciar. El trabajoconsumía todo mi tiempo y energía, y sentí que era el momento de sumergirme por completo en la experiencia de ser madre y disfrutar de este regalo tan preciado.
Este nuevo capítulo en mi vida comenzó cuando estaba a punto de cumplir 39 años. La llegada de mi hija no solo trajo consigo una ola de amor incondicional, sino que también desencadenó una profunda transformación en mí. Su presencia rompió muchas de mis estructuras, certezas y discursos previos, abriéndome a nuevos caminos y sueños que antes no había considerado.
Nace Nara una iniciativa que me permite integrar lo que amo y me apasiona
Siete años han transcurrido desde que Nara vio la luz por primera vez, y en este viaje hemos encontrado a maestras que están comprometidas a dar lo mejor de sí mismas. Ellas llegan a Nara impulsadas por una resonancia especial y descubren el poder transformador de las historias que compartimos, así como la magia que estas tienen para facilitar el aprendizaje tanto para los niños como para las familias. Juntas, estamos construyendo una comunidad de maestras que están cambiando la educación infantil desde el corazón mismo de sus aulas. Es un honor y un privilegio ser parte de este proceso de transformación. Gracias maestras gestoras del cambio por acompañarnos en esta aventura con valentía, dando lo mejor de sí.
Surge la comunidad de maestras gestoras del cambio
Seguimos haciendo camino
Tenemos muchos sueños y proyectos que nos inspiran día a día. Hemos aprendido que cada cosa tiene su momento y que el camino se va construyendo a medida que avanzamos: “haciendo camino al andar”.
Con las maestras que nos acompañan, estamos generando conocimiento de forma colaborativa, transformando prácticas de enseñanza y aprendizaje, y ampliando nuestra red para invitar a más maestras a unirse a nuestra comunidad de agentes de cambio en la educación. Juntos, estamos sembrando y haciendo florecer semillas para un mundo más humano y equitativo.
Gracias por ser parte de nuestra comunidad de maestras gestoras del cambio.
Feliz 93 años de la educación inicial en el Perúl
Licenciada en Educación Inicial y Magister en Psicología Social.
Su amplia experiencia en el campo de la Educación de la primera infancia la llevó a convertirse en Directora de Educación Inicial del Ministerio de Educación y promotora de la campaña “Permiso para ser niño” que con el lema “para ser grande, déjalo ser niño” buscó sensibilizar a las familias sobre la impostergable misión de respetar el derecho de los niños a vivir su infancia.
Hace unos años inicio el “doctorado de su vida” al convertirse en madre y comenzó una nueva aventura por el mundo de la escritura.
Actualmente comparte la dirección pedagógica de Nara y la asesoría en temas vinculados a la educación de la primera infancia.