Escribiendo una nueva historia de la educación inicial
- publicado por Vanetty Molinero
- Categorías Educación Infantil
Iniciamos el año escolar 2020 con planes y expectativas. De pronto nos sorprendió una avalancha, que nos arrastró de manera violenta. Pero no logró destruirnos. Logramos reaccionar, pararnos, actuar. Éramos más fuertes de lo que imaginábamos. Y así comenzamos a hacer un nuevo camino. Al inicio estábamos aterradas, porque nos enfrentábamos a algo totalmente nuevo e incierto. Guardábamos la esperanza de que pasaría, y luego de unos meses, podríamos volver a nuestras aulas. Pero no ha sido así. Todo este año escolar estaremos trabajando de una manera diferente, y el futuro sigue siendo incierto.
Al lograr sobreponernos de la avalancha, nos aferramos con fuerza a lo único seguro que teníamos: el programa educativo que habíamos previsto. Y estamos contra viento y marea, trabajando intensamente para hacerlo posible. Estamos exhaustas, estresadas, porque el trabajo se ha multiplicado, y tenemos que dedicar más horas a seguir capacitándonos. Buscamos ideas, recursos, y seguimos adelante encontrando un nuevo orden. Por momentos sentimos entusiasmo, y en otros, nos invade la frustración, porque no tenemos los resultados que esperamos, porque las familias no están satisfechas, porque sentimos que hay algo que no está bien.
De pronto, cae la ficha. Reparamos que nuestro programa había sido diseñado para un año normal, para alcanzar todos los resultados desde el trabajo que solíamos hacer en el jardín, en el aula, donde teníamos el control, donde podíamos interactuar directamente con los niños. Ahora no tenemos el control. Llevamos la educación inicial al espacio de los niños, un espacio que ha sido pensado para la vida familiar, y no es como el jardín. Algunas casas tienen espacios más apropiados para responder a las necesidades de los niños que otras. Algunas son más precarias. Llegamos a los niños por momentos y de manera virtual, con interferencias cuando la señal es débil. Nos frustramos junto con ellos, porque por momentos la comunicación se interrumpe, y no logramos escucharnos bien. No podemos interactuar como solíamos hacerlo en el aula.
Ahora, no tenemos el control. Llevamos la educación inicial al espacio de los niños, un espacio que ha sido pensado para la vida familiar, y no es como el jardín.
Tomamos conciencia de que estamos viviendo una situación anormal, que también afecta a las niñas y los niños. Su vida cotidiana cambió. Algunas familias están teniendo mayores dificultades en esta crisis: se quedaron sin empleo, un miembro de la familia está enfermo, la violencia está presente en el hogar, un miembro murió a causa del COVID-19, o aún no logran sobreponerse a la avalancha.
Nos detenemos, nos conectamos con lo que sentimos, miramos a nuestro alrededor, tomamos mayor conciencia de la avalancha que llegó, de la destrucción que generó, de lo que está en riesgo. Reaccionamos, dejamos ese programa al que nos habíamos aferrado y nos daba seguridad porque fue escrito para una situación normal, no para esta que enfrentamos.
Recordamos que la centralidad de nuestra acción como maestra son las niñas y los niños, no el programa. Decidimos hacer camino al andar, vivir con la incertidumbre, e ir cada día encontrando respuestas. Dejamos el programa y comenzamos a conectarnos con las niñas y los niños desde un genuino interés por escuchar sus voces, identificar sus necesidades.
Recordamos que la centralidad de nuestra acción como maestras son las niñas y los niños, no el programa
Un mes de mayo muchas maestras como nosotras iniciaron este camino. Y fue así que se comenzó a escribir una nueva historia de la educación inicial. Fue escrita por maestras jardineras que abrieron su corazón para conectarse con sus niños, niñas, y las familias de estos. Y en ese camino se encontraron con otras maestras que al igual que ellas, apostaron por la niñez. Caminaron juntas, se sostuvieron cuando una de ellas tambaleaba, y compartieron la mochila de saberes que cada una tenía.
Esta nueva historia de la educación inicial es una creación que surgió como una obra de amor, por las niñas y los niños, como un acto de libertad, coraje y encuentro con otros seres humanos.
Una nueva historia de la educación que surge como,
Una obra de amor
Un acto de libertad y coraje
Un encuentro entre otros seres humanos
Nota: Esta historia que escribo surge a partir de las reflexiones y encuentros sostenidos con las maestras que forman parte del Grupo de Aprendizaje de Nara. Cuenta la historia de ellas y su apuesta. Anhelamos que también sea la apuesta de más maestras para humanizar la educación, porque es en tiempos difíciles que surgen propuestas más cercanas al arquetipo humano.
Licenciada en Educación Inicial y Magister en Psicología Social.
Su amplia experiencia en el campo de la Educación de la primera infancia la llevó a convertirse en Directora de Educación Inicial del Ministerio de Educación y promotora de la campaña “Permiso para ser niño” que con el lema “para ser grande, déjalo ser niño” buscó sensibilizar a las familias sobre la impostergable misión de respetar el derecho de los niños a vivir su infancia.
Hace unos años inicio el “doctorado de su vida” al convertirse en madre y comenzó una nueva aventura por el mundo de la escritura.
Actualmente comparte la dirección pedagógica de Nara y la asesoría en temas vinculados a la educación de la primera infancia.
También te puede interesar
Pre-venta de los cursos de Nara
Proyecto: Celebramos la vida de los que ya no están con nosotros
¿Cuántos sectores tengo que implementar?
Dejar un comentario Cancelar respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
1 Comentario
Es muy importante las consideraciones a las familias y en ese medio es donde el niño y la niña aprende a ver la realidad en forma presente y ahora a pesar de las dificultades de colectividad y adultos muchas veces que no saben leer y no usan la tecnología y menos interpretar las sesiones de aprendizaje emitidas en los medios de comunicación publica.